jueves, 22 de julio de 2010

Testimonio de Alejandro Maudet

Testimonio de Alejandro Maudet, amigo y compañero de militancia de Claudio.
Este texto está compuesto por una serie de mails que intercambiamos en el transcurso de varias semanas y que reunimos para componer el testimonio.

Es para mí una gran alegría que me contactes para hablar de Claudio. Nina y tu tío eran también amigos míos y no solamente compañeros de militancia.

La casa de tus abuelos además tenía una atmósfera particular, estilo «burgués » de principio de siglo XX casi XIX, y al mismo tiempo de una modernidad de costumbres que no era nada común en La Argentina de esos años. Una libertad de tono y de alegría y savoir vivre muy « rafraîchissante » como se diría en estas tierras. Claudio era todo eso, sumado a su militancia en el peronismo y en la JUP.

Podría pasar horas escribiendo, y me iría por las ramas.

Lo que si me acuerdo ahora es una manifestación magnífica que se hizo en París en 1981/82-escenas de esa manifestación aparecen en la Película de Solanas « El exilio de Gardel »-sobre la desaparición de artistas y intelectuales en Argentina; había una banderola por cada uno de los 300 desaparecidos, con un retrato, dibujo o foto: Pude llevar un tramo la de tu tío hasta el jardín de la Tullerías donde terminaba esa enorme manifestación.
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Yo comencé a conocer al tío de Uds. cuando empecé a militar en Filo. Yo colaboraba con gente de la FAR y luego de la 1a vuelta de Perón a la Argentina, cuando comenzó la campaña electoral que elegiría a Cámpora, los que tenían una vida legal tenían que militar en "los frentes de masas"; yo preferí hacerlo en la Facultad, antes que en barrios.

Filo estaba compuesta por dos carreras "grandes" Sociología y Psicología, carreras con mucha actividad política de izquierda pero también del peronismo radical. Las cátedras nacionales nacieron en Socio enfrentándose con las posiciones o del PC o de los grupos de la izquierda troska y afines. En las carreras "chicas", o sea Letras, Filosofía, Historia del Arte, Antropología, Geografía no había casi actividad política y aún menos del peronismo. Para "salvar" dichas carreras "no contaminadas", habían sido trasladadas al hospital de Clínicas, que existía entre la facultad de Economía y la de Medicina, o sea que teníamos clases en un hospital abandonado; hoy sólo queda la estatua de no sé quién y la iglesia...

Cuando yo aparecí la JUP ya existía, y no me acuerdo de dónde venia el Turco. Claudio militaba en una agrupación universitaria peronista que después confluyó en JUP.

En la carrera de historia del arte Claudio oficiaba de "comisario político" y era bastante tajante, tenía peleas homéricas con el director de la carrera que, si no me equivoco, era Luis Felipe "Yuyo" Noé, un artista plástico bastante conocido. Eran conflictos estéticos y políticos que provocaban discusiones enormes. Había otro responsable o profesor de la carrera que tenia también peleas terribles aunque eran todos del mismo bando. Se trata de Vicente Zito Lema que es un poeta bastante conocido en baires...

Éramos entonces militantes de la JUP y al principio dos o tres personas eran los enganches con los montos. Hay que tener en cuenta que con la campaña electoral y los resultados electorales, la fuerza organizada que era, sobre todo en las carreras chicas, de muy poca gente y de una militancia clandestina o cuasi clandestina, en un medio estudiantil generalmente no peronista sino gorila, se encontró debiendo generar políticas mas académicas y mas específicas que las de sola propaganda política. De hacer propaganda política de lo que pasaba en el País hubo que pasar a tratar de hacer política para la universidad y para cada una de las carreras.

Gente como el Turco, como Roberto Bein y otros como yo, que conocíamos un poco de las carreras adquirimos entonces un rol importante sobre todo porque los "cuadros" que militaban en la universidad fueron aspirados por la política afuera de la universidad.

Hay que saber que luego del Golpe del 66 y la renuncia de multitudes de profesores, el nivel de las carreras chicas era lamentable, del siglo XIX, y de una mediocridad espantosa. Era además una cueva de nazis, en Antropología estaba, por ejemplo, un francés Jacques Marie de Mahieu, que había sido Coronel de la Legión Charlemagne, integrante de los SS nazis...

En esos años era bastante habitual que en carreras como las nuestras, con el nivel desastroso de los profesores desde la intervención militar de 1966, los alumnos mas inquietos se reunían con profesores o entre ellos par estudiar y leer y comentar todo aquello que en la facultad no era dado. Por otra parte gente como el Turco, que venía del Nacional Buenos Aires, tenían un nivel de conocimiento muy superior al de la mayoría de los estudiantes. Todo esto para tratar de explicar que ante la situación nueva, el triunfo de Cámpora y la universidad en manos de los Montos, gente como Claudio se convirtieron en referentes en la facultad y en la estructura política de la JUP.

Hubo un fenómeno, además, de referencia masiva de los estudiantes ante la JUP. En las elecciones de centro de Estudiantes, la JUP no solamente arrasó sino que votaron más del doble de los estudiantes que lo hacían anteriormente. Eso creó una exigencia muy grande, rever de arriba abajo los programas de cada carrera, inscribirlos en una modernidad que las carreras chicas no tenían. Un ejemplo en mi carrera, Paco Urondo escritor y cuadro militante de las FAR, es nombrado interventor de la Carrera de Letras.

La dirección de Filo de la JUP me llaman y me informan que van a nombrar en literatura francesa un viejo español exilado del franquismo, un tanto liberal, así que yo iba ser nombrado asistente de trabajos prácticos para ver que hacía. Resulta que ese profesor era Manolo Lamana, profesor mío de literatura francesa en la Alianza Francesa y que ese mismo día me propone de ser su asistente en la facultad ya que lo nombraban.

En lo que concierne la Facultad de Filo se elaboraron programas que permitieron respirar un aire totalmente diferente al que existía desde el 66, desde Onganía. Se hizo a los ponchazos, con grandes errores, pero se hizo. En lo que va por Letras respecto del programa anterior, todo era mejor que lo anterior.

Debo recordarles que estamos en 1973, y que yo no tenía 24 años y tampoco Claudio...

No sé que edad tienen ambos, pero es probable que tengan más años que Claudio o yo en el 73-76. Imagínense lo que podía ser tener menos de 25 años, ser parte de un proyecto político en ese preciso instante triunfante, todavía estudiantes y decidiendo de planes de carrera, todo viento en popa. Los despertares fueron luego tan terribles como grandes y anchas aparecían las avenidas de nuestras utopías.

Respecto del nivel de enganche con la Orga. La JUP presentaba una estructura piramidal de 4 a 5 niveles antes de llegar al primer estamento de Montoneros. Según los años el primer nivel en Montos correspondía al responsable de una facultad y luego al de un bloque de facultades. El turco no fue entonce nunca miembro del "partido" Montoneros. Ambos fuimos "aspirantes" a serlo.

En los barrios la estructura podía ser mucho menos vertical, se podía ser oficial montonero, 1er nivel en el partido, con una estructura debajo de 10-15 personas. En JUP yo era responsable de Filo con en un momento mas de 40 personas "debajo" y era aspirante.

Los responsables de la JUP antes de Cámpora en su mayoría se fueron a territorio u otras funciones, y gente como Claudio y Roberto Bein o yo, "ascendimos". En esos momentos entró en la JUP de FILO una agrupación de izquierda, un estribación de la "L"; las FAL fueron un movimiento armado de izquierda que se dividía todos los días, la partogenesis aplicada a la política, Carta Abierta. Nina provenía de esa agrupación.

Lo veo a Claudio, en su casa, con la Negra, Nina y tantos otros, leyéndonos el futuro en la borra del excelente café que se tomaba en lo de tus abuelos.

Una pregunta que varias veces me han hecho, gente que preparaba tesis sobre los años setenta es como se llegaba a militar en el peronismo siendo en general de familias no peronistas. Mi familia era totalmente gorila. A mi viejo Perón lo había echado del profesorado de francés en Catamarca porque no era peronista; un tío cordobés fue comando en la "libertadora" en el 55. El padre de la segunda esposa de mi padre era capitán de navío y decía a mi viejo que yo era muy díscolo y que si no me reprimía me iba a convertir en comunista, o peor, en peronista.

Para muchos jóvenes de clase media ser peronista era romper con el espíritu gorila extremo de las familias. Hay un libro que permite de comprender el deslizamiento desde la desilusión frondizista a las organizaciones armadas vía la revolución cubana que es el libre de Paco Urondo "Los pasos previos". El libro del sobrino de Lanusse sobre los montos, el mito de los 12 fundadores permite ver otra de la vertientes de lo que fue el setentismo.

Todo esto me hace recordar que alguna vez hablamos con su tío de como empezó a introducirse en el peronismo y en el caudal que fue montoneros.
Según lo que me acuerdo Enrique LYNCH y su compañera Estela fueron fundamentales. Enrique era compañero de promoción en el Nacional Buenos Aires de Firmenich, creo.

El hecho que del punto estrictamente de escalafón no fuéramos montoneros no quiere decir que respecto de nuestra base y de nuestra zona de influencia no pasáramos por tales. Para los milicos, de todos modos, lo éramos.

Cuando me metieron en cana, después que Otalagano fuese nombrado rector de la UBA y que un cura fue decano de FILO, ya sin las carreras de Psico ni de Socio, en la comisaría un día después me preguntaron por un primo mío, 15 años mas grande que yo, que estaba siempre prófugo puesto que había escapado en el monte en la experiencia malograda de Masetti. Todo esto lo cito para decir que las fichas de los milicos estaban muy al día. Me parece importante para poder tratar de decir de por qué desaparecieron Claudio y Nina.

Respecto de las anécdotas de la facultad, el cura que fue decano de la facultad, pasó por todas las aulas bendiciéndolas con agua bendita para exorcizar el demonio marxista…

Durante el periodo de Cámpora hasta digamos la muerte de Perón, la fuerza que arrastraba Montoneros iba ganando más y más importancia. El problema eran los cuadros para dirigir toda esa masa que se incorporaba de manera masiva y espontánea. No había un trabajo político de masa y de base que lo justificaba, era el prestigio de montos que lo provocaba.

Para los integrantes de origen de FAR y Montos, acostumbrados a la clandestinidad y a una actividad que no era, para la mayoría de ellos, engarzada en un trabajo de masas, este fenómeno de irrupción espectacular de millares de militantes fue muchas veces calificado de "engorde".

La experiencia de violencia que se preparaba, y eso era claro desde Ezeiza, era percibida por los cuadros de la M, pero podía ser interpretada trágicamente como un retorno a los orígenes, acción militar, guerrilla, propaganda y clandestinidad. Había entonces que foguear esa masa militante en la violencia y guerrilla urbana. Yo creo que ese aspecto era correcto, pero lo terrible es no haber tenido la capacidad de ver cómo preservar esa base multitudinaria. Es posible que nada fuese posible, que de todos modos la masacre y la cacería fueran a tener lugar.

En ese cuadro de acciones de violencia urbana en fechas como el cordobazo, o la masacre de Trelew, hubo campañas de destruir concesionarias, cortar calles, etc. En una de esas acciones es raptado y asesinado el primer estudiante de Filo, de Sociología, Juan Pablo Wexina. En una de esas fechas Claudio y el Gordo Gadea debían asegurar la retirada de una manifestación relámpago tirando en la calle para cortar el tráfico botellas molotov. La mala suerte fue que cuando tiraron las molo cayeron delante de un patrullero de la policía que no habían visto y que casi es incendiado con los policías dentro. El Turco y el Gordo fueron capturados y pasaron una muy mala noche en una comisaría hasta que se los encontró y se logró hacerlos salir. Fueron golpeados salvajemente pero sin que quedaran señales en la cara o en el cuerpo, pero hubo, sino me equivoco simulacros de fusilamiento. Creo que no era todavía la época de Isabel y fue posible hacerlos salir sin juicio, pero los canas habían pasado un susto cuando las llamas habían tocado el patrullero, y sabiendo que serian liberados los cascaron duramente.

La etapa Cámpora- Juan Perón, calificada despectivamente de engorde por algunos sacó de la clandestinidad o del anonimato a muchísima gente. Cuando la cosa empezó a empeorar pero la actividad política legal, institucional todavía continuaba, era imposible que todos se sumergieran en la clandestinidad puesto que había que mantener, en nuestro caso hasta la aparición de Ivanissevich como ministro de educación de Isabel, las facultades en funcionamiento. Lo que no quería decir que no había que tomar medidas de seguridad, mudarse de la última dirección conocida, no comunicar a la familia y allegados la nueva dirección, medidas de contraseguimiento, etc, etc.

Para aquel que había conocido la clandestinidad, es decir que había sido buscado y que había tenido que habituarse a la vida clandestina, volver a esa situación podía aparecerle como muy difícil pero sabia como funcionar. Pero aquellos que habían podido militar bajo Lanusse o aún antes, pero que no habían sido clandestinos por mas que actuaban con organizaciones clandestinas, que eran anónimos, desconocidos por la represión y los organismos de inteligencia, asumir una práctica integralmente en la clandestinidad, trabajo, vida personal, etc, era mucho mas difícil de aceptar y de asumir. Peor aún para aquellos que se habían incorporado a la militancia desde la democracia y que no conocían sino una práctica abierta, legal por más que adherían a la "guerra popular y prolongada", que no conocían nada de la clandestinidad. Si a eso se suma la extrema, en definitiva, juventud de muchos de ellos, se puede concebir cómo tuvo lugar la represión, mas allá de los errores, que los hubo, de las organizaciones armadas.

La represión comienza con Ezeiza cada vez más rápidamente. Era imposible de buenas a primera abandonar de repente todo y pasar a la clandestinidad o dejar de mantenerse en las estructuras institucionales que se controlaban. ¿Cómo asumir una clandestinidad inevitable sin perder la práctica militante?

Pero todo esto no quería decir que aquellos que habían jetoneado y que no podían de buenas a primera abandonar los roles expuestos no tomasen medidas elementales de seguridad: mudarse, alojarse donde la familia y los amigos no supieran, cambiar de trabajo, practicar el contraseguimiento a cada instante. No fue evidente para muchos.
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Ahora estoy como varado porque tengo que hablar de la caída de Claudio, de las razones de su caída y del peso que lo que diga pueda influir en esa desaparición que provoca en la familia, el silencio, el dolor oculto, la pena inextinguible, el duelo imposible sin cuerpo ni sepultura. Entramos en una tragedia griega, un cuerpo sin sepultura fuera de los muros de la ciudad. Cumplen el rol de Antígona. Empecé dos veces a escribir y las dos veces se me borró inexplicablemente.

Después de la paliza que recibieron el Gordo y Claudio dejaron de militar. En la jerga de la época "se quebraron". Nina siguió militando un tiempo pero también largó.

La situación se volvía día a día mas complicada, y se agravó con la muerte de Perón. Para la gente que había sido clandestina y buscada antes de Cámpora, volver a la clandestinidad era muy pesado pero estaban convencidos que no había otra posible, conocían como era la clandestinidad y como asumirla.

Cuando Claudio se quebró, como también fue el caso del Gordo Gadea, estudiante de historia y ex seminarista, estaba ya graduado y como era alguien brillante, conseguía laburo más allá de la facultad. No fue enseguida que decidió parar su militancia, creo que no tenia aún 24 años y creo que se puede decir que militaba o participaba desde por lo menos el último año del secundario, un período largo y fundacional para cualquiera.

Cuando me doy cuenta de las edades que teníamos y del abismo que nos acechaba, tan portentosa y soberbiamente jóvenes y con la mera muerte en el umbral.

No creo que le haya sido fácil decidirlo, todo lo contrario. Podíamos contarnos todos los pormenores y detalles de nuestra vida sexual y sentimental, discutir horas de política, pero el pudor fue extremo en lo que concierne la decisión de dejar de militar.

Estaba en pareja con Nina, había sido para Claudio un descubrimiento encontrarla. La relación anterior con Tiza, Marta Fernandez, de la carrera de Historia del Arte también, había sido tórrida y tormentosa, llena de idas y venidas; Nina le aportó para empezar una amistad, que se convirtió luego en una relación amorosa y sensual como nunca había tenido. En una palabra Bibiana lo dio vuelta, y como alguna vez me lo dijo: “-Me aprendió a ser feliz y jamás me quisieron tan bien”.
Es un primer dato importante: antes de desaparecer fue muy feliz, fueron enormemente felices. No está dado a todos. ¿Cuánta gente cruza toda su existencia sin saber amar o haberlo sido?

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El término de "quebrado" tenía que haberlo utilizado entre comillas, son términos terribles de la jerga de entonces, como "perejiles" también.

En realidad como decía un viejo militante de la Guerra de España, la militancia es una carrera de postas, a un momento hay que saber pasar la tarea y saber parar.
Desgraciadamente, hay, hubo, una concepción "religiosa" de la militancia, demiurgos mesiánicos de la revolución. Es difícil militar desde una concepción "laica" digamos, pero es un vasto tema.
Para cortar un poco la solemnidad de esto que estoy escribiendo y poder respirar un poco; me parece apropiado contar un episodio único de Claudio después de haber caído en cana.

Tenía un côté dandy y casi snob que nos divertía mucho. Creo que para su graduación sus viejos le habían regalado un juego de lapicera, lápiz y birome Parker muy lujoso que le llevaba a todas partes y con el cual tomaba notas muy prolijamente en nuestras reuniones de ámbito. Nos divertíamos en robárselas o usar la lapicera para revolver el café o los hielos de la coca por ejemplo; se ofendía a muerte.

Cuando lo arrestaron, por supuesto tenía consigo ese juego de lapiceras y por supuesto cuando lo liberaron y llegó a su casa, descubrió que evidentemente se las habían afanado en la comisaría. Ni lerdo ni perezoso, unos dos o tres días después se presentó solito a la comisaría a reclamar la devolución de sus amadas lapiceras. Imagínense la sorpresa de los canas: a pesar de la paliza y de la amenazas que le habían hecho, Claudio perfectamente empilchado y absolutamente atildado y elegante como podía serlo, exigiendo indignado, pero totalmente educado, la devolución de esos ridículos artículos de escritorio. Se los devolvieron.
Ahora que escribo esto me doy cuenta el valor de Claudio, de volver a ese lugar de humillación y dolor, su acto de exorcismo. Recuperar sus lapiceras (pero no me devolvieron el estuche, nos decía), limpio, elegante y educadamente, debía servir para demostrarles que él era ése que se plantaba frente a ellos exigiendo la devolución de una futilidad como sus lapiceras de plata. Era tratar de borrar, gracias a esa actuación, el miedo que seguramente había sentido. Contárnoslo a sus compañeros de ámbito, escuchar nuestras risotadas, debe haber querido poder volver hacia nosotros después de la terrible soledad de ser objeto de violencia, encapuchado, medio en pelotas, sudando el miedo.

Pero no nos dimos cuenta, solo ahora me doy cuenta cuando se los escribo. Como pedirle perdón
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El Turco conocía perfectamente las reglas de seguridad para aquellos que habían sido reconocidos como militantes y/o dirigentes de JUP y de la galaxia montonera. Mudarse a una nueva dirección, cortar totalmente con la familia y amigos, no comunicar sus nuevos datos a nadie, dejar el trabajo si era de años antes.

Que los jentoncitos que éramos hubiesen podido ser seguidos por los servicios era obvio, como evidente también que botones estaban infiltrados en la JUP. Todo eso era incontestable, pero era harina de otro costal dejar de trabajar en lo que uno estaba formado y presentarse a un laburo administrativo diciendo que uno solo tenia el bachillerato.

Al Turco en el ámbito le habíamos dicho que tenia que rajarse de lo de sus viejos y que su familia no tenia que saber su nueva dirección; mas aún después de haber caído en cana. Cuando se mudó, no se en que momento respecto de su caída en cana, fue con Nina que seguía militando unos meses. Las discusiones fueron sobre la inseguridad de esa nueva dirección puesto que ambas familias la conocían.
El hecho de no militar, de nuestra clandestinidad y la ausencia por su parte de considerar su fragilidad hizo que no nos viéramos casi nunca. Era peligroso para él verme, era peligroso para mí también.

Quizás para Claudio abandonar todas esas reglas le permitía retomar a una vida ordinaria y ejercer en su profesión, volver a la normalidad. No integró, desgraciadamente, que su malogrado tiro de molotov al patrullero lo marcaba más que a mucha gente, y que el hecho de ser un Adur como el cura que hizo la misa de cuerpo presente de los fusilados de Trelew y miembro de Montoneros, futuro capellán del « ejercito montonero», lo ponía en las primeras listas de gente a hacer desaparecer. En una de las últimas veces que nos vimos fuera de la militancia, le dije que era una locura querer vivir en la normalidad, y que lo mejor era que se fuera del país; pero pensaba que como su viejo trabajaba en la embajada del Líbano era intocable.

¿Pero que hubiese pasado si se hubiera ido del país o hubiese respetado todas las reglas de clandestinidad a la letra? La tragedia argentina, que los padres sobreviven a sus hijos, y que no los pueden ni enterrar ni vivir el duelo, estaba ya instalada. Como pasó en otros casos, se llevaban a otro hermano si no encontraban al buscado.

Si no hubiesen sabido la dirección de Claudio y Bibiana, quizás ahora, Lucas, no estarías leyendo estas líneas; y Claudio quizás estaría vivo con el desgarramiento de la muerte en su lugar de su hermano, y pensando cada vez que mirase a sus hijos cómo hubieran podido ser sus sobrinos.

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Yo me fui de Baires en agosto del 76, deserté, me instalé en Montevideo donde nació en el 77 Mariano, mi primer hijo. Como era previsible, al cabo de unos meses se formó un grupito de argentinos también rajados. Había una pareja los Logares, cuya hija Paulita fue una de los primeros nietos recuperados. Justo antes del Mundial los levantaron y nosotros, Claudia, la madre de Mariano, y yo nos rajamos a Sao Paulo. Allí hubo divorcio, depresión y problemas de seguridad (en esa época cayo el cura Adur en Río), así que me refugié en la delegación del ACNUR y conseguí asilo en Francia adonde llegué en 1980. Y aquí estoy todavía, habiendo cumplido más años que los que viví en la madre patria.

Es una historia recurrente, mi viejo nació en París hijo de exilados anarquistas argentinos; mi abuela, cuando se anunciaba la 2a guerra mundial, se volvió a la Argentina con mi padre y la historia vuelve a repetirse. Trabajo desde hace años en un sindicato de inquilinos, soy asistente jurídico y parece que me consideran como bastante bueno en mi área, los propietarios me llaman le "maudit" por la manera que tengo de cagarlos. No gano mucho pero me alivia haber mantenido una línea más o menos coherente con mis ideas.

Tengo finalmente cuatro hijos, además del mayor que ahora es brasileño y que me ha hecho abuelo de una Manuela de 6 años. Luego viene Lucas de 29 años ya, Yoan de 25, enamorado de la Argentina y hablando castellano con acento cordobés, odia Baires, y le encanta vivir en las sierras de Córdoba, en Nono. Este galo-cordobés es el fruto de unos amores con una aborigen gala, Lucas es hijo de una brasileña. Finalmente estoy amancebado desde hace ya 14 años con una argentina-francesa, Pascale, con la que tengo otro varón, Aureliano Nahuel, de 9 años.

Apenas me fugué de Argentina, me sorprendí diciéndome que volvía a ser mortal. Una soberana estupidez, nunca dejas de serlo. Nada ni nadie te salva, ya que no hay salvación: "Todo bicho que camina va a parar al asador".
Se milita por las ideas no por la dinámica que engendra militar, hay que desconfiar siempre de todo poder que uno pueda poseer. Bah, quizás solo sea un rasgo de mi personalidad, mi lema seria el de Groucho Marx: "Yo no puedo ser socio de un club que me acepta como miembro". Hay que tratar de mantener una ironía, una distancia consigo mismo y con el mundo.

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Releo tu mail, que me parece de hace mucho mucho tiempo.
Escribir sobre Claudio, leer los testimonios del blog, descubrir un sentido posible al episodio de las lapiceras cuando lo describo, me sumerge en un espacio detenido en el tiempo.

Pero te escribo porque me acordé de la madre de Claudio, muy elegante y pispireta. Grandes jugadores de cartas, me acuerdo llegar con Claudio de madrugada y encontrarlos a los viejos, mi edad ahora, ensimismados en una partida de cartas.

Un día llegamos muy tarde a la casa de Claudio yo con Claudia, creo, y nos dijo que nos podíamos quedar a dormir. Para nosotros era obvio que los padres de Claudio no estaban. A la mañana, acordate que éramos muy jóvenes y las hormonas estaban a pleno, estábamos dedicados a tareas non sanctas, cuando tres toquecitos en la puerta, se abre ésta. ¡Y aparece la madre con la bandeja del desayuno! ¡Augurándonos buenos días! ¡Qué susto nos dio!
Eran todavía épocas solares

3 comentarios:

  1. Hola Alejandro!
    Emoción gigante leerte.
    Justamente hoy descubren un mural en filo.
    Te mando un beso enorme.
    Ojalá leas esto.
    Pinú
    mi email es:
    teresamariaernestinavg@gmail.com. Tengo facebook también.
    Como dice galeano re cordar volver a pasar por el corazón.
    Abrazo desde Buenos Aires

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  2. Hola Alejandro!
    Emoción gigante leerte.
    Justamente hoy descubren un mural en filo.
    Te mando un beso enorme.
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    Como dice galeano re cordar volver a pasar por el corazón.
    Abrazo desde Buenos Aires

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  3. Alejandro ¿Cómo estás? Hoy se me dio por acordarme de vos y en Internet se puede encontrar algún resabio de todos.
    Cariños, Elina, rusitamenor@speedy.com.ar

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